«Los rescates son contraproducentes«. Entrecomillado, ya que lo dijo recientemente Joseph Stiglitz, en las jornadas del Círculo de Economía. Explicó unas cuantas cosas bastante interesantes sobre los mecanismos de «rescate a las economías endeudadas» (*). Negritas mías:

Se traspasa la deuda del sector privado al Gobierno que tiene que responder con recortes que se trasladan a los ciudadanos. Esa austeridad provoca una caída general de los salarios, del consumo y de la fiscalidad que no hace sino empeorar las cosas.

Pongo un ejemplo, sobre Islandia, para ver las diferencias: si el gobierno islandes hubiera aceptado hacerse cargo de la deuda de Icesave con sus acreedores británicos y holandeses, lo que habrían hecho es traspasar la deuda de un banco privado al sector público, generando un enorme gasto extraordinario que les hubiera obligado a hacer recortes sociales (al margen de que ya hubiera otros), lo que se traduce en degradación de los servicios públicos y contracción económica, por la reducción en la demanda, lo que a su vez provoca un descenso en los ingresos del estado, lo que les obliga a recortar aún más, lo que vuelve a contraer… Se entiende, ¿no?

La estrategia de austeridad es una estrategia que condenará a Europa y a Estados Unidos al estancamiento, a un bajo crecimiento y, a su vez, hará que el déficit no pueda mejorar demasiado. […] la austeridad de los gobiernos no ayuda a salir de una situación con una gran debilidad en el consumo interno, en la inversión y en las exportaciones.

Esto es elemental, básico, una de las consecuencias más inmediatas de cualquier reducción brusca en el gasto público es una contracción económica, por lo que es exactamente lo contrario de lo que se necesita para salir de una crisis. Curiosamente, a pesar de su obviedad, no es algo que suela mencionarse a la hora de hablar de la necesidad de los recortes.

En cambio sí suele mencionarse, a pesar de su falsedad, otro tema:

Stiglitz ha sostenido que el déficit no ha sido el causante de la crisis, sino al contrario […] «No fue una mala gestión fiscal la que generó la crisis«.

Sobre el «rescate» económico a Grecia:

no es un rescate, sino una protección de los bancos europeos, que se han endeudado muchísimo y se han convertido en acreedores de estos países y se ven amenazados ante una posible reestructuración. […] La secuencia de rescates, lo que hace es empeorar el problema

Y por si a alguien aún no le queda clara la cuestión, ahí queda eso:

sin crecimiento no puedes pagar tus deudas. Una reestructuración ordenada es posible. No es el fin del mundo. Es grave para los accionistas y los inversores en deuda soberana. Pierden dinero pero no lo pierden todo. Se trata de poner a los contribuyentes, a los trabajadores, a los propietarios hipotecados, por encima de los banqueros. Y, en el peor de los casos, siempre queda la posibilidad de una salida del euro para ganar competitividad.

También ha hecho una crítica muy dura a los bancos centrales, de los que dice que «no son la fuente de la sabiduría y tienen prioridades políticas muy fuertes«, algo que según él se da más en Europa que en Estados Unidos, y les ha reprochado que «siempre culpan a otro» de los problemas económicos.

Ha hablado de otras cosas, entre ellas y muy a cuento de lo que se nos viene encima en España:

ha asegurado que la flexibilidad no es la causa de los problemas económicos, ya que ha constatado que Estados Unidos es el país con mayor flexibilidad del mundo y, donde a la vez, uno de cada seis parados que buscan trabajo no lo encuentran.

Piensa que en Estados Unidos deberían reestructurar impuestos y programas de gasto, para tener un mayor crecimiento, una mayor demanda agregada y un menor déficit, mientras que en Europa:

El asunto central es la reestructuración de la deuda. Los responsables del Banco Central Europeo dicen que es impensable. Tenían que haber pensado antes, cuando permitieron que los bancos se endeudaran más allá de lo razonable y operaran con derivados financieros. La regulación habría podido evitarlo […] Y tanto en la zona euro como en Estados Unidos las políticas simultáneas para reducir el déficit público equivalen a condenar a sus economías a cinco o diez años de estancamiento. Y con un crecimiento débil se recaudan pocos impuestos y no se reduce el déficit público.

Pero claro, con un crecimiento fuerte no tendrían excusa para pegar un buen mordisco a esas golosas privatizaciones de servicios públicos. Y es que si el vendedor está obligado a vender, el precio juega a favor del comprador, ¿verdad?

(*) Las comillas son porque NO se «rescata a las economías endeudadas», se rescata a los acreedores, a los prestamistas, a los bancos y al sistema financiero, no a los endeudados.

Curiosos tiempos estos en los que hay que temer que te «rescaten». Me parece algo significativo, sobre cómo se han ido tergiversando, en las últimas décadas, algunos valores de nuestra sociedad. No siempre se ha supeditado el bienestar de los ciudadanos a los intereses económicos, por mucho que algunos digan lo contrario. Y si es el sistema el que obliga a esa sumisión para que funcione la economía, es que ni el sistema, ni la economía, funcionan.

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